Introducción:
En el mundo de las inversiones, comprar acciones de una empresa no solo te convierte en dueño de una parte de la misma, sino que también implica asumir riesgos y participar en las decisiones que la guían.
Convertirse en accionista:
Al comprar acciones, te conviertes en propietario de una fracción de la empresa, lo que te da derecho a una parte de sus utilidades y te permite participar en las decisiones que afectan su futuro.
Compartiendo riesgos:
Invertir en acciones implica compartir los riesgos de la empresa. Si la empresa tiene éxito, el valor de tus acciones aumenta, pero si fracasa, puede disminuir o incluso llegar a cero.
Ejemplo: Las acciones del sector petrolero son altamente volátiles debido a su dependencia de los hallazgos de nuevos pozos.
Caso extremo: La reciente quiebra de Interbolsa Holding S.A. en el año 2012 ilustra cómo el valor de las acciones puede llegar a cero.
Más allá de la propiedad:
Ser accionista te permite participar en las decisiones de gobierno corporativo, como la elección de la junta directiva y la solicitud de informes financieros.
Tipos de acciones:
- Ordinarias: Otorgan derecho a voto en las decisiones de la empresa.
- Preferentes: Priorizan el pago de dividendos, pero pueden tener o no derecho a voto.
Emisión de acciones:
- Dividendo y sin voto: Mantiene el control de decisiones, pero limita la atracción de capital.
- Con derecho a voto: Atrae capital, pero cede cierto control de decisiones.
Conclusión:
Invertir en acciones es una forma de convertirse en dueño de una empresa, compartir sus riesgos y participar en su futuro. Al elegir el tipo de acción adecuado, puedes equilibrar tus objetivos de inversión y control.